Katy Perry, la célebre cantante californiana, ha regresado con fuerza al escenario en su última gira, con un espectáculo diseñado para captar la atención de su público y revitalizar su imagen. En un despliegue de creatividad, combinó elementos visuales impactantes y una mezcla musical que abarcó sus más grandes éxitos. La artista no escatimó en recursos, complementando sus actuaciones con trajes llamativos y efectos especiales que transformaron el Palau Sant Jordi en un mundo de fantasía.
Un espectáculo lleno de energía
Dividido en actos, el show comenzó con un ambiente electrizante marcado por géneros como funk, pop y house. Temas emblemáticos como Artificial, Chained To The Rhythm y Teary Eyes hicieron vibrar al público, culminando en un explosivo Dark Horse. Katy tomó el escenario con una energía arrolladora, mostrándose como la estrella que ha sido desde hace más de una década, a pesar de que su último álbum, 143, no logró el impacto esperado.
Actos visuales y narrativos
Cada segmento del espectáculo se intercalaba con un hilo conductor de ciencia ficción, que giraba en torno a una lucha entre Katy y una inteligencia artificial. Las proyecciones en múltiples pantallas ofrecieron una atmósfera distópica, aunque sin llegar a asustar. Sin embargo, cada vez que Katy hacía su aparición, su carisma y energía revitalizaban el ambiente. Temas como I’m His, He’s Mine y Double Rainbow fueron recibidos con entusiasmo, incluso cuando algún momento de interacción con el público apagó temporalmente el ritmo del show.
Elementos inesperados y sorpresas
A medida que avanzaba la noche, Katy sorprendió al público apareciendo sobre un insecto gigante, un guiño a la surrealista naturaleza del pop moderno. Aunque su presencia escénica siempre fue imponente, su dinámica de baile estuvo marcada por cierta rigidez, en contraste con los bailarines que la acompañaban. Las acrobacias y variaciones visuales mantuvieron la atención del público, pero el foco de Katy parecía estar en su canto y su interacción con los fans.
Un cierre explosivo
La actuación continuó con éxitos que hicieron vibrar al Palau Sant Jordi, como Rise y un potente solo de guitarra. Con un vestuario más casual, estrenó bandaids, navegando a través de diversos géneros musicales hasta alcanzar una culminación espectacular con Firework. Este cierre potente dejó a los fans extasiados, después de más de dos horas de un espectáculo enérgico que buscó recuperar la atención y aprecio del público hacia Katy, quien sigue luchando por mantenerse en la cima del estrellato.