Colombia recuerda hoy los 40 años desde la toma y retoma del Palacio de Justicia, un evento que marcó profundamente la historia del país. Miguel Torres, dramaturgo y autor de La Siempreviva, es una de las personas que mejor ha comprendido la magnitud de la herida nacional que dejó este suceso. Su obra, que ha sido presentada anualmente en diversos escenarios colombianos y ha llegado al cine, narra la historia de Julieta, una joven que había comenzado a trabajar en la cafetería del Palacio y que se convirtió en uno de los desaparecidos durante el infierno del 6 y 7 de noviembre de 1985, cuando la guerrilla del M-19 tomó el edificio, que posteriormente fue bombardeado por el Ejército. El desenlace ocasionó casi cien muertes, incluyendo a 11 magistrados de las altas cortes, y todavía hoy se discute sobre quiénes son responsables y lo que realmente sucedió aquel día.
El Impacto de La Siempreviva
La madre de Julieta, Lucía, representa a muchos que continúan buscando a sus seres queridos en medio de la locura. «No pienso firmar esa demanda,» responde al respecto de un posible documento de indemnización. «Eso sería como admitir que Julieta está muerta, y ella está viva.» Hacia el final de la obra, un investigador comenta sobre el trauma que atraviesa Lucía y que comparten muchos colombianos: una herida colectiva no saldada.
Preguntas Sin Respuesta
Actualmente, ciudadanos de todas las corrientes políticas se cuestionan aspectos clave de la tragedia. Preguntas como: ¿Por qué se retiró la seguridad del Palacio antes de la toma? ¿El presidente Belisario Betancur ordenó el asalto armado? ¿Qué llevó a los guerrilleros a tomar el Palacio? Las inquietudes son numerosas y surgen del dolor de quienes sienten que la justicia ha sido incapaz de responder. En este contexto, el arte se erige como una herramienta que no calla ante lo que el sistema judicial no puede aclarar.
Cuestionando la Narrativa
Una reciente película, Noviembre, dirigida por Tomás Corredor, ha reavivado el debate. La historia se centra en un grupo de civiles secuestrados por el M-19 en una dependencia del Palacio. «¿Usted quién le dijo que yo necesitaba la ayuda de ustedes?» pregunta Julieta al comandante guerrillero, reflejando la complejidad de la situación. Sin embargo, la representación del magistrado Manuel Gaona ha suscitado controversia entre su familia, que sostiene que la interpretación fue injusta. Corredor afirmó que, a pesar de la investigación, las versiones sobre lo ocurrido varían, mostrando la diversidad de narrativas que rodean este trágico capítulo.
El Papel del Arte en la Memoria
El cine y el teatro han abordado la toma del Palacio desde diversas perspectivas, mostrando distintas facetas del duelo. Películas como Salvador (2020) y Antes del Fuego (2015) exploran la tragedia desde la mirada de personajes ajenos al Palacio. La obra El Palacio Arde, realizada por Pilar Navarrete e Inés Castiblanco, familiares de desaparecidos, destaca la lucha continua por la justicia. «Año tras año nos encontramos en el Palacio para exigirle al Estado justicia,» relata uno de los personajes.
Recreando la Historia a Través de la Literatura
Ricardo Silva, cuya madre trabajaba en el Palacio, publicó la novela Mural, que explora la vida de personajes que existieron en el building. «La ficción recrea momentos y los hace comprensibles emocionalmente,» menciona el autor, reafirmando el poder del arte para sanar las heridas que la justicia no puede remediar.
Instalaciones que Conmueven
Una de las obras más emblemáticas es la instalación ‘Noviembre 6 y 7’ de Doris Salcedo, realizada en 2002. Consiste en la exhibición de 280 sillas vacías, en representación de las víctimas, colgadas en el nuevo edificio de las altas cortes en Bogotá, donde se hallaba el Palacio. Salcedo remarcó que no pretendía ser decorativa, sino más bien fiel a los reportes forenses, manifestando cómo el arte puede tocar las fibras más sensibles del dolor colectivo.