Colombia pone fin a su estrategia de divulgación científica: ¿Por qué?

EL PAÍS

En Colombia, un país que a menudo idolatra figuras como narcotraficantes y youtubers mientras desmerece a profesores y científicos, resulta conmovedor escuchar a un presidente como Gustavo Petro hablar sobre su interés por la ciencia. Durante una reciente entrevista con Daniel Coronell, Petro destacó la importancia de la ciencia como un pilar fundamental de la democracia. Sin embargo, sus palabras han suscitado dudas sobre su sinceridad.

La esperanza de que este interés por la ciencia represente un verdadero compromiso se desvanece al observar que, a menudo, sus discursos parecen ser más un intento de parecer erudito que una genuina promoción del conocimiento científico. Aunque es posible que Petro posea un interés auténtico por la ciencia, la preocupación radica en la falta de acciones que respalden sus afirmaciones. En lugar de rodearse de científicos y expertos en el área, su círculo de asesores incluye figuras cuestionables de la política, lo que debilita su imagen como defensor de la ciencia.

Si realmente valorara la ciencia, el presidente no habría permitido que el Ministerio de Ciencias desmantelara “Todo es ciencia”, el único programa de divulgación científica exitoso en el país, que había sido establecido desde 2016 y había perdurado a lo largo de tres gobiernos. Este programa tenía como objetivo acercar la ciencia al público, desmitificando su naturaleza elitista y mostrándola como parte integral de la vida cotidiana, desde los dispositivos móviles hasta los materiales de vestimenta.

La cancelación de este programa comenzó a gestarse hace aproximadamente un año, cuando surgieron rumores sobre la intención del gobierno de terminar con él. Desde entonces, ha reinado la falta de claridad, y ahora ya es un hecho que se ha dado por concluido. La eliminación de recursos destinados a esta iniciativa plantea cuestionamientos sobre a dónde se dirigirán esos fondos, y la eliminación de materiales previamente disponibles en línea indica un intento por borrar cualquier rastro de un esfuerzo por fomentar la educación científica en el país.

Así, la inconsistencia entre las palabras de Petro y sus acciones genera incertidumbre sobre su verdadero compromiso con la ciencia y su capacidad para promover un entorno en el que el conocimiento y la investigación puedan florecer en Colombia.

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