Amin Maalouf, reconocido escritor francolibanés, abrió este sábado la 39 edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) con un discurso que, a pesar de las adversidades actuales, destiló optimismo. En un mundo marcado por el resurgimiento de tendencias racistas, xenófobas y nacionalistas, Maalouf recibió el Premio de Literatura en Lenguas Romances, destacando que este galardón simboliza “la literatura, la diversidad de las lenguas y, de alguna manera, el parentesco entre todas las culturas humanas”.
El autor de León el Africano y El naufragio de las civilizaciones recordó momentos de su infancia, cuando acompañaba a su padre, periodista, a imprentas y redacciones. “Ahí nació la gran pasión de mi vida: observar el curso del mundo”, una pasión que le ha proporcionado diversos reconocimientos, como el Premio Goncourt y el Príncipe de Asturias de las letras. Maalouf enfatizó que este interés “nunca se ha debilitado; al contrario, con los años se ha intensificado”. Además, se mostró sorprendido por el regreso de la guerra al centro de la actualidad, tanto en su región natal, el Levante, como en su país adoptivo, Europa.
Maalouf, quien se describe como un «vagabundo mediterráneo», ha escrito en francés a pesar de sus raíces árabes. Sus obras son un llamado constante al mestizaje cultural, un ideal que también comparte el invitado de honor de este año en la feria, Barcelona, definida por la directora de la FIL, Marisol Schulz, como “una ciudad abierta y multicultural”.
El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, destacó que la ciudad representa el 80% de la producción literaria en España, “pensando, escribiendo, leyendo y amando en catalán y en castellano”. Collboni subrayó la presencia destacada de la industria del libro en la feria este año.
Marcelo Ebrard, secretario de Economía, también participó en la inauguración y resaltó el carácter “universalista” de la feria, expresando su admiración por Maalouf, quien representa “el valor de la conciencia entre culturas”. Ebrard compartió que la obra del autor ha tenido un impacto considerable en su generación, mencionando su ensayo Las cruzadas vistas por los árabes.
Maalouf señaló que en la actualidad, mientras la ciencia y la técnica avanzan a un ritmo acelerado, la evolución moral parece estancarse o retroceder. Destacó que el desarrollo de la inteligencia artificial y otras innovaciones tecnológicas han creado transformaciones profundas que ocurren a una velocidad sin precedentes.
El autor advirtió que nuestras mentalidades no están preparadas para seguir el ritmo de estos cambios vertiginosos. A pesar de estar consciente de las amenazas, como la carrera armamentista impulsada por los avances tecnológicos, Maalouf se comprometió a “mantener una mirada positiva sin perder la lucidez”. Denunció una “regresión de la democracia” y del Estado de derecho a nivel global, pero rechazó la desesperación o la resignación.
Maalouf afirmó que la clave no reside en oponerse al progreso tecnológico, sino en apropiarse de él, utilizando estas innovaciones en favor de la dignidad y la libertad humanas. La literatura, según Maalouf, tiene un rol crucial en el siglo XXI; su primera misión es “hacernos conscientes de la complejidad del mundo en que vivimos”, y la segunda, “convencernos de que a pesar de nuestras diferencias, nuestro destino se ha vuelto común”. Cerró su intervención con una contundente reflexión: “o sobrevivimos juntos, o desaparecemos juntos”.