A solo dos horas de su apertura en University Park, Dallas, la reconocida taquería El Califa de León, que ostenta una estrella Michelin, generó gran expectativa. La fila de comensales se extendía por más de dos cuadras, una señal del interés por esta famosa taquería de Ciudad de México. Esta apertura formaba parte de una colaboración temporal con la empresa GrinGO, programada del 17 al 25 de octubre. Sin embargo, la experiencia que prometía ser única se tornó en un fiasco. Los clientes tuvieron que enfrentar largas horas de espera y, en algunos casos, ni siquiera recibieron su pedido. Ante la presión y las crecientes quejas, el propietario Mario Hernández decidió cerrar el local 48 horas después de su apertura para proteger la reputación de su marca.
“Para nosotros es una gran alegría y una gran responsabilidad”, comentó Hernández a los medios presentes en inauguración. Sin embargo, en el segundo y tercer día, comenzaron las quejas. Algunos comensales esperaron de cinco a siete horas y al final no recibieron la comida. Otros, que habían realizado reservas, se quejaron de recibir un par de tacos fríos en lugar del menú completo. Los precios también desataron críticas, con los tacos de gaonera, chuleta y costilla vendidos entre 9 y 12 dólares, casi el doble que en la Ciudad de México.
Factores que contribuyeron al fracaso
Entre las dificultades del primer intento de El Califa de León fuera de México, una fuga de gas obligó a posponer el servicio el segundo día. La falta de comunicación sobre esta interrupción llevó a muchos clientes a presentarse y encontrar el restaurante cerrado. A pesar de la reanudación del servicio, el volumen de comensales acumulados esos días ocasionó un colapso en la cocina, que debió detenerse para reabastecerse.
Amanda J., una de las clientas afectadas, relató su experiencia: “Pagamos 340 dólares por una reservación para cuatro, incluía una entrada, cuatro tacos Michelin, postre y bebidas. Recibimos solo dos tacos; estaban fríos y muy secos”.
Organización de la apertura y errores operativos
La colaboración en Dallas fue facilitada por GrinGO, una aplicación destinada a turistas estadounidenses y canadienses en México. Si bien Hernández destacó el esfuerzo promocional realizado, admitió que la previsión operativa de su socio fue insuficiente. Hasta el momento, no se ha recibido respuesta de GrinGO tras intentos de contacto.
“No se tuvo la preparación adecuada y no se contempló la alta respuesta del público. Mi esposa me hizo ver que el nombre de El Califa no debería jugarse de esta manera”, enfatizó Hernández.
El Califa de León en Ciudad de México
En la capital mexicana, El Califa de León es un punto de referencia internacional ubicado en la colonia San Rafael. Su local, que opera en el mismo lugar desde hace casi 70 años, recibe visitas constantes de clientes que buscan la calidad del galardonado taco de gaonera. A pesar de algunas colas, el establecimiento sigue llenándose, con cortes de carne a la vista mientras el personal atiende a locales y turistas en inglés y español.
El reconocimiento Michelin ha permitido que otros estratos sociales se interesen en la comida callejera, valorando su calidad. Andrés Peluche Torres, un reconocido catador de garnachas, subraya la importancia de este reconocimiento, ya que otorga visibilidad a la variedad culinaria mexicana más allá de las zonas tradicionales.
Inquietudes por la influencia de la Guía Michelin
Mercedes Hinojosa, socióloga de la UNAM, señaló que, aunque la Guía Michelin puede incentivar el “consumo burgués”, es vital mantener la diversidad culinaria. Un enfoque que limite la definición de calidad a los estándares Michelin podría llevar a una homogeneización de la gastronomía mexicana, lo que no refleja su riqueza.
A pesar de este reciente revés, Mario Hernández es consciente de la presión que conlleva mantener su prestigio. “Nuestro objetivo es no solo conservar la estrella, sino también aspirar a una más”, concluyó.