“Los ecos de la naturaleza apagan el escándalo del Palacio”

“Los ecos de la naturaleza apagan el escándalo del Palacio”

El documental ¡Colombia Vive!: 25 años de resistencia inicia con la devastadora referencia a la avalancha del volcán Nevado del Ruiz que el 13 de noviembre de 1985 arrasó la ciudad de Armero. Este evento catastrófico también simboliza el encubrimiento del escándalo del Palacio de Justicia. En una de las escenas, el entonces presidente Belisario Betancur es visto en Armero, con un semblante angustiado, haciendo un llamado a la resiliencia: “Estamos siendo visitados, una vez y otra vez y otra vez por la tragedia, pero con la ayuda de Dios vamos a salir adelante”.

Es notable que un líder como Betancur, cuyo referente literario era Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar, vinculara la tragedia a eventos que podían haberse evitado. En la tragedia griega, los protagonistas enfrentan un destino fatal, pero tanto el asalto al Palacio de Justicia como la catástrofe de Armero son ejemplos de advertencias que no fueron atendidas, afectando a una gran parte de la sociedad colombiana y sus familias, cuyas cifras de víctimas probablemente nunca se conocerán con certeza.

La Negación de la Tragedia

Ambos eventos fueron anunciados públicamente. En el caso del Palacio de Justicia, la Comisión de la Verdad de 2005 reveló que ya existía información sobre el asalto planeado por el M-19. Según el informe, el 16 de octubre de 1985, el coronel Peña Herrera advirtió sobre la posible toma del Palacio. Este conocimiento fue comunicado, pero la acción no fue evitada, mostrando una clara falta de responsabilidad institucional. Se levantaron las medidas de seguridad cuando el asalto era inminente, sugiriendo que las decisiones del Ejército estaban influenciadas por una búsqueda de venganza tras actos previos del M-19.

Operativo y Consecuencias

La reacción de la Fuerza Pública al asalto se caracterizó por el uso indiscriminado de la fuerza, ignorando principios del Derecho Internacional Humanitario (DIH). Las decisiones tomadas condujeron a cientos de muertes y un número indeterminado de desaparecidos, lo que plantea una responsabilidad clara sobre el accionar militar. Esta no fue una retoma del Palacio, sino su destrucción, que resultó en la muerte de 11 magistrados y numerosos civiles, en nombre de una defensa de la democracia que en realidad represenció la aniquilación de la justicia.

La Asalto al Palacio de Justicia: Legado de Violencia

El M-19, al asaltar el Palacio bajo la «Operación Antonio Nariño por los derechos del Hombre», también infringió los principios del DIH. Este evento refleja una realidad donde la violencia política y el crimen han sido constantes. Desde entonces, Colombia ha vivido con una conexión entre política y violencia, lo que ha impedido una verdadera democratización y ha dejado a miles bajo el dominio de organizaciones criminales que luchan por el control territorial.

La Catástrofe de Armero

De manera similar, la tragedia de Armero, que causó la muerte de más de 25,000 personas, era predecible. Expertos como el meteorólogo Max Henríquez habían alertado sobre los peligros del Nevado del Ruiz, pero las autoridades ignoraron estas advertencias. La falta de acción por parte del gobierno, en este caso el entonces ministro de Minas, Iván Duque Escobar, fue crucial para la ocurrencia de esta catástrofe.

Referirse a estos eventos como tragedias no solo es una simplificación, sino que distrae de la búsqueda de los verdaderos responsables. Desde la cúpula del poder, que falló en proteger a los civiles, hasta las decisiones tácticas de los militares, el legado de impunidad ha perdurado. Este antecedente se vinculó a políticas más recientes que, bajo el concepto de «seguridad democrática», ocultaron prácticas de terrorismo de Estado como las ejecuciones extrajudiciales.

En lugar de vivir en un Estado Social y democrático de derecho, Colombia parece haber caído en un neofeudalismo político, donde una parte de la población rural vive bajo el dominio de estructuras criminales, afectando su seguridad y sus medios de vida. Este contexto hace que el concepto de “Paz Total” parezca una ironía en un clima de caos y violencia.

Memoria y Futuro

La relación entre el asalto al Palacio de Justicia y la tragedia de Armero destaca la necesidad crítica de reconocer y asumir la responsabilidad de las acciones pasadas. Reconstruir la memoria colectiva es esencial para proteger la democracia y evitar que la historia se repita. Según el informe final de la Comisión de la Verdad, “si hay verdades, habrá futuro”, enfatizando la importancia de una verdad inclusiva y compartida en el camino hacia la reconciliación y un futuro más justo para todos los colombianos.

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