María Dueñas brilla en la ‘Symphonie espagnole’ de Lalo

María Dueñas brilla en la 'Symphonie espagnole' de Lalo

Alberto Bachmann, en su obra An Encyclopedia of the Violin (1925), destaca que el éxito de la Symphonie espagnole, Op. 21, de Édouard Lalo, reside en su combinación de virtuosismo y profundidad musical. Este pedagogo ginebrino también resalta la excepcional interpretación de Pablo de Sarasate, dedicatario de la obra, quien logró fusionar gracia, brillantez y vitalidad de manera sobresaliente.

La conexión de estas observaciones con la destacada actuación de la joven violinista María Dueñas, de 22 años y originaria de Granada, fue evidente en su presentación el pasado 14 de noviembre en el Auditorio de Zaragoza. La actuación formó parte de una gira internacional de la Chamber Orchestra of Europe (COE), bajo la dirección de Antonio Pappano, que comenzó en Valencia y terminará el 22 de noviembre en Eisenstadt, Austria, después de hacer escalas en Madrid, Sevilla, Ferrara y Berlín.

Interpretación de la ‘Symphonie espagnole’

Desde el primer solo del allegro non troppo, Dueñas mostró su carácter y técnica, acentuando los tresillos con un claro aire español. Su dominio del virtuosismo no opacó la ternura del segundo tema, donde realzó el dolce al manipular la dinámica y adornar sus frases con delicados portamentos. En el siguiente movimiento, scherzando, recordó el elegante deslizamiento que Sarasate solía interpretar, combinando al aire de seguidilla con una sorprendente ligereza.

Un viaje musical cargado de emociones

Dueñas cautivó en el intermezzo central, evocando la habanera anterior a la famosa ópera Carmen, con un virtuosismo que incluyó múltiples cascadas de notas. La violinista, utilizando un violín Nicolò Gagliano cedido por la Deutsche Stiftung Musikleben, logró una proyección impresionante de matices dinámicos. En el cuarto movimiento, andante, destacó nuevamente por su exquisita manera de frasear y colorar el sonido, además de su aplomo en la exigente cadencia.

El final de la interpretación de la Symphonie espagnole brilló con el rondó, donde Dueñas ofreció otra exhibición de virtuosismo con pasajes de notable claridad, manteniendo la musicalidad en cada momento. En un instante particularmente reposado, evoca una apasionada malagueña, donde alcanzó un pianissimo casi susurrado, creando una conexión única con el público.

Ovaciones y propinas

El público, entregado a la actuación, ovacionó a Dueñas con fervor, lo que permitió que la violinista ofreciera dos propinas. La primera, un homenaje a la orquesta mediante un arreglo del villancico catalán El cant dels ocells, y la segunda fue el Vals triste (1913) del virtuoso húngaro Franz von Vecsey, mostrando su distintivo estilo rapsódico.

Acompañamiento excepcional

El éxito de la primera parte del concierto, centrada en María Dueñas y la Symphonie espagnole, se vio reforzado por la excelente labor de la Chamber Orchestra of Europe, dirigida por Antonio Pappano. La orquesta, de renombre, logró destacar las múltiples facetas de la obra de Lalo, lo que Pappano mismo mencionó en un video durante la preparación de la gira, enfatizando el legado de Claudio Abbado y Nikolaus Harnoncourt en el grupo.

Representación de las ‘Danzas eslavas’

La segunda parte del programa se centró exclusivamente en las ocho Danzas eslavas op. 46 de Antonín Dvořák, compuestas en 1878. Aunque no son infrecuentes como propinas, su presentación como núcleo del programa fue menos habitual. Pappano demostró habilidades para gestionar contrastes, alternando melancolía y vivacidad en los distintos movimientos.

La segunda parte culminó con una danza resultante de un ciclo más atractivo, aunque la propuesta fue bien recibida. A pesar de que la mazurca en mi menor, de las Danzas eslavas op. 72, compuestas más tarde por Dvořák, mostró una mayor riqueza musical y orquestación más elaborada, la elegancia melancólica y los giros naturalistas brindaron un cierre emotivo al concierto.

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