Este viernes se publicaron las últimas encuestas presidenciales antes del inicio de la veda electoral. Los sondeos revelan que Jeannette Jara lidera la intención de voto en la primera vuelta con una clara ventaja. No obstante, se observa una tendencia preocupante para la derecha: José Antonio Kast, que previamente contaba con su paso asegurado a la segunda vuelta, ha visto un descenso sostenido en su apoyo. En contraposición, Johannes Kaiser muestra un aumento en popularidad que podría posicionarlo en la boleta definitiva. Por otro lado, Evelyn Matthei no solo ha fallado en repuntar sus cifras, sino que su campaña ha visto obstaculizados sus esfuerzos por comentarios cuestionables que han enfocado la atención en su pasado pinochetista.
A pesar de la incertidumbre en la derecha, los datos indican que las candidaturas de este sector, incluyendo la extrema derecha, podrían acaparar casi el 60% de los votos. En eventual segunda vuelta, todas las proyecciones apuntan a que la candidata del progresismo no obtendría la victoria. Los temas candentes en la discusión política están centrados en la seguridad pública, la inmigración ilegal y ajustes fiscales, lo que sugiere que Chile podría estar experimentando un giro hacia la derecha, similar al observado en otros países de la región y el mundo.
No es la primera vez que surge la idea de un cambio radical en la orientación política del país. El estallido social de 2019, el plebiscito de 2020 y las elecciones de constituyentes y presidenciales de 2021 llevaron a interpretaciones erróneas sobre una supuesta inclinación hacia la izquierda. Sin embargo, la derrota sufrida el 4 de septiembre de 2022 y la victoria del partido Republicano en las últimas elecciones municipales pusieron en tela de juicio esa narrativa, generando la percepción de que el país se ha desplazado a la derecha. A pesar de esto, el rechazo a la nueva constitución republicana y los resultados de las recientes elecciones no reflejan ni el avance del partido de Kast ni la caída del progresismo, sugiriendo que el péndulo político podría haber encontrado un equilibrio.
Los vaivenes en el comportamiento electoral tienden a ser mal interpretados. A simple vista, parece que hay cambios radicales, pero muchas de estas fluctuaciones esconden tendencias a largo plazo que no se enmarcan estrictamente en categorías de izquierda o derecha.
Investigaciones en el ámbito de las ciencias sociales indican que el proceso de modernización neoliberal ha generado frustraciones que la política actual no ha logrado abordar. A pesar de que se ha reducido en gran medida la pobreza y que millones de chilenos han experimentado ese progreso, la creación de oportunidades sigue siendo un desafío inminente. La masiva incorporación de jóvenes a la educación superior ha chocado con una economía que no puede absorber esa fuerza laboral calificada, resultando en un crecimiento del desempleo y subempleo.
Este acumulado descontento se refleja en el comportamiento electoral. La abstención ha superado el 60%, lo que ha llevado a resultados que carecen de adhesiones ideológicas claras. Los votantes, especialmente aquellos que antes se abstenían, ahora ejercen su derecho al voto de manera más expresiva, a menudo eligiendo candidatos no por ideología, sino para castigar o expresar desacuerdo. En varios casos, como en la región de Valparaíso, candidatos de oposición han logrado imponerse sobre los incumbentes de Chile Vamos en múltiples comunas.
Aunque la situación actual del progresismo es compleja y los números respaldan esta afirmación—hace dos décadas que una candidatura opositora gana la elección presidencial—, considerar que el país ha girado ineludiblemente a la derecha simplifica en exceso la realidad. Chile no ha tomado una posición definitiva ni hacia la derecha ni hacia la izquierda; existe una demanda por orden y cambios simultáneamente, así como por libertad individual y seguridad social.
Las recientes investigaciones, incluida la presentada por la Fundación Nodo XXI titulada Del estallido al orden: nuevo mapa político cultural de Chile, ilustran que en la sociedad chilena coexisten estas tendencias, tanto tradicionalistas como progresistas. Si bien el escenario actual ofrece oportunidades para las derechas, que saben cómo movilizar temores y prometer orden, también abre posibilidades para que las izquierdas y el progresismo enfrenten a la derecha en una eventual segunda vuelta. Es importante recordar que los chilenos rechazaron de manera contundente la constitución de Kast y valoran las leyes laborales impulsadas por Jeannette Jara.
Por lo tanto, es crucial que las izquierdas y el progresismo comprendan a fondo la situación del país. Un diagnóstico erróneo que afirme que Chile se ha derechizado podría obstaculizar acciones efectivas y estratégicas en el futuro.