Laudel Camacho Ricardo, un emigrante cubano de 55 años, ha enfrentado desafíos extremos desde que fue deportado a Tapachula, México. Tras tres días durmiendo en las calles, decidió vender su cadena de oro y un reloj por solo 20 dólares (más de 350 pesos mexicanos) para aliviar el hambre que lo consumía. “Verme en un país ajeno, sin conocer a nadie, sin recursos y con hambre, fue un dolor tan grande que lo recordaré de por vida”, recuerda con nostalgia. Su vida cambió radicalmente cuando fue deportado de Estados Unidos, después de haber trabajado en un almacén en Texas.
Camacho lleva tatuada en el pecho la imagen de la Estatua de la Libertad, símbolo de su lucha y su historia de 22 años en las cárceles cubanas, donde fue encarcelado por su activismo político y periodismo independiente. Tras ser detenido por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE) y sin la devolución de su pasaporte, fue trasladado a México, donde la situación migratoria de los cubanos ha generado diversas críticas y preocupaciones.
La deportación y su destino incierto
Desde el 23 de septiembre, aunque su deportación fue rápida en comparación con otros casos, su futuro sigue siendo incierto. A pesar de las negociaciones entre el gobierno cubano y Estados Unidos, la selección de deportados es un proceso poco claro. Muchos cubanos terminan en México, mientras otros son enviados a países lejanos como África, sin explicaciones claras.
La situación se complica para los migrantes cubanos, quienes a menudo prefieren ser deportados a México que a una Cuba sumida en una crisis económica severa. Alexander Rodríguez, un cubano de 52 años, expresó que preferiría ser deportado a su país que a África, donde carece de apoyo familiar.
Desafíos en México
Aunque la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha negado cualquier negociación que convierta al país en un «tercer país seguro» para deportados, cifras recientes indican que más de 6,525 extranjeros han sido recibidos en México desde enero, de los cuales muchos son cubanos. La situación es crítica, ya que numerosas organizaciones han denunciado los peligros que enfrentan los migrantes en esta zona, expuestos a violencia y explotación.
Laudel, que se encuentra ahora en México, ha recibido ayuda de otros cubanos en Tapachula. “Llegué a pedirle comida o dinero a algunos cubanos que veía pasar. Estaba sin bañarme y durmiendo escondido”, relata. Muchos migrantes enfrentan la complicada tarea de buscar empleo sin documentos, lo que limita drásticamente sus oportunidades.
Ruta hacia la legalización en México
La situación migratoria actual es completamente diferente para la comunidad cubana en comparación con décadas pasadas, cuando muchas personas se acogían a la Ley de Ajuste Cubano. La reciente política migratoria de Estados Unidos ha intensificado la inseguridad entre los migrantes, generando un ambiente de miedo ante posibles detenciones y deportaciones.
Irene Pascual, abogada de inmigración en México, señala que los deportados deben presentarse ante las autoridades migratorias en un plazo de 30 días. La regularización en México puede lograrse a través de vínculos familiares o razones humanitarias, pero muchos no tienen estas opciones y deben optar por solicitar refugio. Según Pascual, “solicitar refugio es un derecho humano y constitucional”, aunque el proceso puede verse afectado por la lentitud y la corrupción en las autoridades mexicanas.
Laudel ya ha presentado su solicitud ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), donde le informaron que deberá esperar de cuatro a cinco meses para una respuesta. Su situación es crítica, ya que regresar a Cuba implica riesgos para su seguridad, y no hay posibilidades de retornar a Estados Unidos. El futuro de Laudel, como el de muchos otros migrantes cubanos, ahora pende de un hilo en México.